ANÁLISIS Y TEORÍA POLÍTICA

La crisis de Haití: análisis multidimensional de sus causas, consecuencias y perspectivas a futuro

agravada a partir del estallido social de febrero del 2019, que ha devenido en lo que hoy muchos califican -y no sin razón- como un Estado fallido.

Por: Peter Gonzales-Zegarra (Abogado, Analista)

Haití, la nación más pobre del hemisferio occidental, ha estado sumida en una crisis profunda, multifacética y multidimensional durante décadas agravada a partir del estallido social de febrero del 2019, que ha devenido en lo que hoy muchos califican -y no sin razón- como un Estado fallido. En otras palabras, la crisis haitiana no es únicamente política, sino que se trata de un fenómeno complejo y sistémico que resulta de una combinación de factores políticos, económicos, sociales e incluso históricos. Así, en las siguientes líneas intentaremos examinar de manera sucinta, las causas subyacentes de la crisis en Haití, sus características y consecuencias para la población y el país en general, así como las posibles soluciones para mitigar los efectos de esta. Causas históricas y políticas A nivel histórico y político la situación de Haití es particular y hasta irónica. Haití fue el primer país en América Latina en obtener su independencia en 1804, después de una revolución liderada por esclavos contra el dominio colonial francés e incluso fue, momentáneamente, la colonia más rica de América. Sin embargo, con el tiempo, la independencia no trajo la estabilidad ni la prosperidad que se hubiese esperado. En lugar de ello, el país se enfrentó a décadas de endeudamiento, dictaduras, corrupción y a la intervención estadounidense directa e indirecta por el periodo de casi 80 años. Durante el siglo XX, las dictaduras de François Duvalier “Papa Doc” y su hijo Jean-Claude Duvalier “Baby Doc”, respaldados ambos por los Estados Unidos, contribuyeron significativamente a profundizar dicha estabilidad. Estas dictaduras se caracterizaron por una represión brutal, corrupción sistemática y generalizada y una economía que favorecía a una pequeña élite en detrimento de las amplias mayorías (Dubois, 2012). Este periodo terminó de 30 años con un golpe de Estado a partir del cual se inició una etapa que, aun siendo democrática, se caracterizó por una sucesión de gobiernos fallidos que, en muchos casos, duraban apenas meses. El impacto de estos regímenes autoritarios dejó al país en una situación de debilidad institucional y pobreza educativa, cultural y económica permanente. Así, dicha debilidad institucional se reflejó en prácticamente todos los gobiernos, siendo el caso, por ejemplo, de Jean-Bertrand Aristide quien fue presidente de Haití hasta en 4 ocasiones (todas interrumpidas por la fuerza) y en espacios que iban desde los 8 meses hasta los 3 años, siendo posiblemente su peor periodo el último, el cual, si bien fue el más extenso en duración (del 2001 a inicios del 2004) marcó el inicio del fortalecimiento de los grupos armados opositores (debido al giro político hacia la izquierda de Aristide). Desde entonces, Haití ha experimentado una inestabilidad crónica, con frecuentes cambios de gobierno, una corrupción endémica, una débil infraestructura gubernamental (Farmer, 2017) y un descontrol absoluto en las calles que derivaron en la más reciente crisis política que atraviesa el país, iniciada el 2019 (dos años antes del asesinato del expresidente Jovenel Moïse a cargo de mercenarios colombianos y estadounidenses) y que perdura hasta hoy. Causas económicas y sociales A nivel económico, el caos no ha sido ajeno, y aunque, como mencionamos, tuvo una breve prosperidad en su época colonial, la economía de la Haití republicana ha estado marcada por una alta dependencia de la ayuda internacional y la falta de inversión interna y externa. Las intervenciones estadounidenses empeoraron la situación en tanto que la débil asistencia humanitaria no ha podido nunca cumplir con su objetivo, siendo a menudo inadecuadas o impotentes para abordar, frenar o combatir las causas de su pobreza que, como hemos visto, se desarrolla en el marco de una crisis multidimensional. A pesar de las promesas de desarrollo, la ayuda internacional ha tendido a ser mal administrada y a menudo no ha logrado fomentar el desarrollo económico en general y mucho menos sostenible (Paul, 2020), sino que más bien ha sido instrumentalizada para beneficiar a quienes ya ostentan el poder, tal como sucedió con la malversación de préstamos de Petrocaribe por parte de funcionarios del gobierno y empresas privadas que ascendían a más de 2 mil millones de dólares. No cabe duda de que la pobreza en Haití es alarmante. Más del 60% de la población vive con menos de dos dólares al día, y las tasas de desempleo y subempleo son extremadamente altas (World Bank, 2023) y al menos la mitad de su población, unos 5 millones de habitantes, sufre de inseguridad alimentaria, de los cuales al menos 3 millones son niños y adolescentes (UN News, 2024). La falta de infraestructura adecuada y de servicios de educación y de salud ha perpetuado un ciclo de pobreza que ha sido difícil de romper. La devastación del terremoto de 2010 y los huracanes subsiguientes, como el huracán Matthew en 2016, han exacerbado estas dificultades, destruyendo comunidades enteras y provocando un aumento significativo en dicha inseguridad alimentaria y el desplazamiento (UNICEF, 2017). Sin embargo, para comprender las raíces profundas de la destrucción económica de Haití, es crucial considerar el contexto histórico en el que esta empezó a surgir, que no es otro que la tristemente célebre “deuda de la independencia” que fue un forzoso acuerdo económico al que se vio sometida Haití a cambio de que Francia aceptara su independencia, el resultado fue un coste que, dependiendo de la metodología a utilizar y considerando además intereses e inflación, podría oscilar entre 21 mil a 115 mil millones de dólares actuales durante un periodo de 122 años. Consecuencias de la crisis: Las consecuencias de la crisis en Haití son por demás, amplias y afectan todos los aspectos de la vida en el país. En el ámbito político, la inestabilidad ha impedido la formación de gobiernos efectivos y la implementación de políticas coherentes. La corrupción y la falta de confianza en las instituciones han llevado a una participación ciudadana limitada y a un ciclo de desilusión con la política formal (Haitian Times, 2023). En el ámbito social, la crisis ha tenido un impacto devastador en la calidad de vida. La educación y la salud, dos pilares fundamentales para el desarrollo humano, se han visto profundamente afectados. Las escuelas y los hospitales, en su mayoría en ruinas o mal equipados, no pueden satisfacer las necesidades mínimas de la población (OMS, 2023). La violencia y la inseguridad también han aumentado, con bandas armadas que controlan grandes áreas del país y amenazan la vida cotidiana de los haitianos (Reuters, 2024) y que hoy tienen prácticamente tomada la capital del país, Puerto Príncipe. Posibles soluciones y caminos a futuro: Para abordar la crisis en Haití, se requiere un enfoque sistémico, multidimensional y multifacético que incluya esfuerzos tanto a nivel nacional como internacional. A estas alturas está extremadamente claro que Haití no puede valerse por sí misma. Urge una intervención militar coordinada internacional que la pacifique, liderada principalmente por las naciones hermanas latinoamericanas. Sin seguridad y sin la consecuente erradicación de las pandillas y organizaciones criminales que han tomado el país no es posible ni lo será ningún cambio ni mucho menos conseguir la estabilidad política, social o económica que necesita. En una segunda etapa y ya a nivel interno, es fundamental fortalecer las instituciones del país. Esto implica una reforma profunda del sistema político para garantizar la transparencia y la rendición de cuentas. La promoción de una gobernanza inclusiva y participativa puede ayudar a restaurar la confianza en el gobierno y a movilizar los recursos nacionales de manera efectiva y eficiente. Desde una perspectiva económica, se necesita una estrategia integral para el desarrollo y naturalmente incorporando el enfoque desde la sostenibilidad. Esto incluye mejorar la infraestructura, apoyar el emprendimiento local y asegurar que la ayuda y el financiamiento internacional se utilice de la manera más eficaz y equitativa posible. Las inversiones en educación y salud deben ser prioritarias para crear una base sólida para el desarrollo a largo plazo. Es lo básico para construir cualquier sociedad. Sin garantizar las necesidades mínimas de la población no es posible construir una verdadera sociedad. Queda también como tarea, para la comunidad global, reconsiderar su enfoque hacia Haití. En lugar de limitarse a proporcionar ayuda de emergencia o a proporcionar una esporádica limosna, los países donantes y las organizaciones internacionales deben comprometerse con un plan de desarrollo a largo plazo que se base en las necesidades y aspiraciones de los haitianos. Si Francia ha olvidado a Haití y hace la vista gorda a pesar de su clara corresponsabilidad (al menos en el ámbito económico), Latinoamérica y por extensión Iberoamérica deben asumir el rol geográfico, cultural, histórico y geoestratégico que les corresponde. Además, se deben respetar y apoyar los esfuerzos locales para resolver los problemas, evitando imponer soluciones que no se adapten al contexto específico de Haití, tal como se sugieren desde el International Crisis Group (2024). El trabajo debe implementarse en conjunto con la población y lideres locales, no al margen de ellos. Como vemos, la crisis en Haití es un desafío complejo que requiere una respuesta integral, coordinada y por fases. Un proyecto a corto, mediano y largo plazo. Las causas históricas, políticas, económicas y sociales han convergido para crear una situación de crisis sistémica y multidimensional que afecta profundamente a la población. Sin embargo, con un enfoque estratégico que incluya reformas internas y un apoyo internacional bien dirigido, es posible que Haití encuentre un camino hacia la estabilidad y el desarrollo. La clave para superar esta crisis radica en la cooperación, la planificación a largo plazo (en este punto es importante dejar la fobia a todo lo que signifique planificación o aplicación de planes quinquenales) y sin duda, el compromiso real con el bienestar del pueblo haitiano. Referencias: World Bank. (2023). Haití: Informe sobre el desarrollo económico y social. Recuperado de https://www.worldbank.org UN NEWS. (2024) Cinco millones de personas sufren la mayor crisis alimentaria en Haití desde el terremoto de 2010. https://news.un.org/ UNICEF. (2017). Haití: Evaluación de la situación post-desastres. Recuperado de https://www.unicef.org Paul, D. (2020). La ayuda internacional y su impacto en Haití. Journal of Development Studies, 56(7), 1042-1056. Oxfam. (2023). El futuro de Haití: Recomendaciones para un desarrollo inclusivo. Recuperado de https://www.oxfam.org Haitian Times. (2023). Crisis política en Haití: Desafíos y perspectivas. Recuperado de https://www.haitiantimes.com OMS. (2023). Salud en Haití: Desafíos y oportunidades. Recuperado de https://www.who.int Reuters. (2024). Violencia y bandas en Haití: Un informe sobre la situación actual. Recuperado de https://www.reuters.com Dubois, L. (2012). Haiti: The Aftershocks of History. Metropolitan Books. Farmer, P. (2017). Haiti After the Earthquake. PublicAffairs. nternational Crisis Group. (2024). Haití: Caminos hacia una solución sostenible. Recuperado de https://www.crisisgroup.org Pierre-Charles, Gérard (2020). Haití: pese a todo la utopía. 1a ed.-Buenos Aires: CLACSO.

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2024-08-21 04:24:42

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