DEBATES
Por: Dante Bobadilla
El triste final de Vizcarra
<< Nunca en la historia la prensa cayó tan bajo en los niveles de servilismo, adulonería y alcahuetería como en esos días en que se publicaban loas a Vizcarra, panegíricos en su nombre, libros con su bio...>>
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¿Vieron la película Matilda? Era una niña superdotada con un padre infradotado y estafador, dedicado a la venta de autos usados. Un día Matilda ve a su padre haciendo trampa en uno de los autos que iba a poner luego a la venta y, sorprendida, le pregunta: ¿Cómo puedes vender un auto así? Su padre le responde: "Porque cada minuto nace un idiota". Me vino esa escena a la memoria luego de ver a Martín Vizcarra en su juicio y preguntarme ¿cómo pudo la prensa vender a este hombrecillo mediocre y estúpido como un gran estadista? Por la misma razón: cada minuto nace un idiota. No hay otra explicación. El típico idiota se divorcia de la realidad y prefiere creer en lo que quiere creer y en lo que le gusta creer que es cierto, aunque todas las evidencias digan lo contrario. El típico idiota se deja conquistar por la pose y el discurso, por las campañas de medios que inventan héroes y villanos todos los días, o alimentan el mito ya establecido por el establishment contra los sectores señalados como los malos. Hay una casta de opinólogos y conductores de medios que dictan las pautas de la corrección política y posan como gurús de la verdad. Fueron ellos quienes encumbraron al trepador de Vizcarra convirtiéndolo en el ícono de la lucha contra los corruptos. Si uno hace memoria, todo lo que hizo Vizcarra en la primera parte de su gestión fue armar el circo diario de la guerra contra el Congreso, llevando él mismo a pie sus proyectos de ley para ser recibido con alfombra roja por el traidor de Daniel Salaverry, con gran despliegue de medios. Así se había establecido en la mente del idiota promedio que en el Perú había una guerra entre Martín Vizcarra encarnando el bien como luchador contra la corrupción, y el Congreso convertido en el epicentro de la corrupción y del mal, donde el fujimorismo tenía mayoría. Incluso les habían vendido el bulo de que había un "Congreso obstruccionista" que no dejaba trabajar al pobre presidente Vizcarra. Ese fue el guión con el que la prensa hizo vivir el pueblo peruano día a día. Mientras tanto, la realidad era totalmente opuesta. Martín Vizcarra no ataba ni desataba en el Gobierno. No logró destrabar ningún proyecto ni ejecutar obra alguna. Sus gabinetes estaban repletos de gente mediocre y de la más baja estofa, empezando por su banda de Los Moqueguanos, donde destacaban pichiruchis como Vicente Zeballos (quien llegó a ser premier) y Edmer Trujillo, su cómplice de fechorías en el GORE Moquegua. Otras perlas como Gloria Montenegro, famosa por ponerles mandiles rosados a los generales del Ejército. Pero la prensa caviar aplaudía a Vizcarra por ser el primer presidente en tener "gabinetes paritarios". Había un amor incondicional entre la prensa caviar y Vizcarra. Amor que se incrementó con pasión cuando empezó la pandemia y nos sometieron al sonsonete diario del "Aló presidente", donde el mismo Vizcarra nos iba informando a la hora del almuerzo la cantidad de muertos e infectados por el covid. Nunca en la historia la prensa cayó tan bajo en los niveles de servilismo, adulonería y alcahuetería como en esos días en que se publicaban loas a Vizcarra, panegíricos en su nombre, libros con su biografía, etc. Pero fue una infección generalizada de estupidez porque hubo incluso masas de pobres tontos que le cantaban Happy Birthday en la ventana. El resultado final de la pandemia fue que Vizcarra encabezó el ranking mundial como el presidente más inepto en el manejo del covid y con el record mundial de muertes en su haber. Esa era la realidad: Vizcarra era un completo incapaz, un fantoche maquillado por la prensa y convertido en líder. Cuando se supo que se vacunó a escondidas, salieron sus guaripoleras a desmentirlo. La primera fue Rosa María Palacios, la infalible escudera de cuanto corrupto ha pasado por el poder. Igual como lo defendió tras el cierre del Congreso. Ya no mencionaré a esa triste pandilla de idiotas del bicentenario que salieron a marchar llorando por la vacancia de Vizcarra, llamando "dictador" a Merino y pidiendo que se vayan todos. Una generación que avergüenza. Fue una de las épocas más tristes de nuestra historia. Esos fueron los años de la República Caviar, cuando vimos cómo se asaltaba el Ministerio Público mediante el sicariato mediático, cuando vivimos la persecución política del partido más grande del Perú, el encarcelamiento abusivo de la lideresa de oposición, los allanamientos a locales partidarios, el show de las prisiones preventivas, el corralito a Alan García y su acoso hasta empujarlo a la muerte, el cierre ilegal del Cogreso para impedir el cambio del TC, cuando los periodistas se convirtieron en guaripoleras del régimen, etc. Pero todo pasa. Y aunque hoy todavía salga Rosa María Palacios a defender a Martín Vizcarra alegando que no hay una foto ni un video que muestre a Martín Vizcarra recibiendo la coima, que no hay un recibo de esa coima ni prueba alguna, ni rastros ya del dinero que le dieron hace diez años, lo más seguro es que el mayor sinvergüenza trepador mentiroso y traidor de la historia política peruana termine en la misma cárcel a la que mandó a tantos inocentes por el delito de ser enemigos de la mafia caviar. La justicia tarda pero llega.