ANÁLISIS Y TEORÍA POLÍTICA

LA AGENDA 2030 AVANZA INEVITABLEMENTE

Si tuviéramos que ponerle una descripción, un apellido a dicha Agenda, quizá lo que más se acerque a ello sería “la evolución del capitalismo”

Por: Luis Alvizuri (Filósofo, Psicólogo)

Como el cáncer, las cosas más profundas que afectan a un organismo siempre son silenciosas, imperceptibles hasta que ya se hacen visibles e inevitables. Esto es lo que está pasando con la llamada Agenda 2030, un nombre que para muchos es intrascendente pero cuyo nacimiento es muy anterior a los tiempos actuales, más aún de lo que creemos. Si tuviéramos que ponerle una descripción, un apellido a dicha Agenda, quizá lo que más se acerque a ello sería “la evolución del capitalismo”, o, dicho en términos filosóficos, “un neo Humanismo repotenciado”. Esto nos obliga entonces a tener que explicar el porqué de estas afirmaciones. Para ello tenemos que hundirnos en la Historia, y esta empieza en el actual Irak, cuando se trataba de la “tierra entre dos ríos” (mesopotamia en griego) pues es allí donde surge un modelo de civilización basado en el urbanismo, el cual consiste en vivir, ya no como nómadas, sino como seres sedentarios adaptados a una forma de vida comunitaria dentro de un determinado espacio geográfico. Esto obligó a desarrollar determinadas leyes y normas, así como sus respectivas creencias filosóficas y religiosas, que justifiquen y avalen dicha manera de existir. Es así que se abandonaron los patrones culturales propios de los pueblos pastores y recolectores para asumir otros más acordes con la nueva forma de organización social. Es a partir de ahí que comienza la actual estructura mental que ahora nos parece normal y corriente y que, debido a la expansión de Occidente, es en la que se encuentra en la mayor parte de la humanidad contemporánea. Hasta hace unos 50 años la mayoría de los seres humanos llevaba una vida rural y pastoril dependiente de las vicisitudes de la tierra y de los animales, así como del clima. Esto implicaba una cantidad de población reducida y limitada a las condiciones existentes. Pero ahora esta mayoría se encuentra en las ciudades, que crecen hacia arriba y sin límites, y dependen únicamente del sistema que se utilice para hacerlas viables, siendo ello obra exclusiva del ingenio del hombre para diseñarlas (el cómo resolver el problema de la alimentación, vivienda, agua y desagüe, etc.). Ello es lo que llevó a que el comercio, el intercambio de bienes y servicios, así como la moneda, se convirtieran en fundamentales para la subsistencia, haciendo que el comerciante, o el que maneja la economía, sea el ciudadano más importante de la sociedad. Tanto es así que la historia lo que nos narra es la relación que se ha dado a lo largo de los siglos entre los jefes, líderes y reyes con los ricos o manejadores de las riquezas. Durante miles de años prevalecieron los primeros sobre los segundos, debido a la necesidad de hacer la guerra entre las ciudades, pueblos, reinos e imperios. Pero cuando esta situación se fue volviendo más complicada, más costosa, la urgencia de recurrir al dinero se trocó en la principal preocupación para los gobernantes, al punto que, poco a poco, perdieron autoridad y poder frente a los comerciantes. Únicamente después de muchos sucesos, entre ellos la aparición de los numerosos inventos destinados a la producción, que recién los mercaderes pudieron consolidar, no solo sus intereses, sino también su manera de ver y dirigir a las naciones, siendo el punto culminante la aparición del capitalismo, nacido en las ciudades-estado italianas en el siglo XV. Pero no se trató de algo súbito, sino que se pergeñó a lo largo del tiempo y con la financiación de los avances científicos y tecnológicos, así como filosóficos y artísticos. Cuando llegó el capitalismo a Europa ya su base estaba montada y solo faltaba un acontecimiento, como la Revolución Francesa, para que despegara y tomara el control del mundo. Nació así la sociedad de mercado, una forma de vivir basada únicamente en el intercambio de productos y servicios que es en la que ahora vivimos. De modo que estamos en un capítulo de la historia de la humanidad que viene durando poco más de 500 años y que se caracteriza por haber creado un tipo de humano urbano y capitalista, que vive en función a sostener y mantener este orden y cosmovisión (que es la manera cómo se interpreta al mundo). Al igual que los antiguos reyes procuraban perpetuarse, del mismo modo los comerciantes de hoy se empeñan en hacer que el sistema que ellos han creado se preserve y consolide lo más posible, efectuando cada cierto tiempo determinados ajustes y correcciones para dicho fin. Las razones son obvias puesto que las circunstancias que se dan en el planeta siempre son variables y tornadizas, y tratar de sostener métodos y mecanismos que eran buenos en épocas pasadas sería contraproducente. Es por eso que el centro de operaciones, el corazón del capitalismo, ha ido cambiando de lugar y de procedimientos, pasando de Génova a los Países Bajos, Alemania, Londres y finalmente a Nueva York, adecuándose tanto a los nuevos idiomas como a los diferentes contextos presentados. Lo importante es que, en cada caso, se han hecho modificaciones importantes que han permitido que el capitalismo sobreviva y continúe con fluidez su crecimiento y permanencia. La más reciente de ellas fue la llamada globalización, que dio por resultado una expansión sin precedentes hacia espacios donde antes existía mucha resistencia y adversidades (tal es el caso de la China, India y otros países de Asia y África, donde esto se consideraba una tarea titánica). Gracias a la globalización es que se han incorporado al sistema capitalista varios miles de millones de personas que se encontraban fuera de esta estructura de comercialización. Es consecuencia, es a partir de esta experiencia exitosa que surge la idea de dar un paso más, uno trascendental, que viene a ser el ideal tan soñado por todas las civilizaciones, mitologías y religiones de antaño: la unificación de la humanidad, el hacerla, nuevamente, una sola, como lo fuera en un principio (basándose en el darwinismo, que no es lo mismo que la teoría de la evolución, la cual postula varios tipos de seres humanos). La concepción que hay detrás es que el hombre fue uno solo en sus comienzos (¿Lucy?) el cual, por distintas razones, se separó, se dividió y perdió la unicidad que tenía, convirtiéndose así en enemigo de sí mismo, en su propio lobo, causando con ello todos los males que conocemos y que se siguen dando hasta ahora. Es por eso que el proyecto consiste en la “gran reunificación”, en volver a ser todos una misma familia, iguales, sin distinciones de raza, cultura, creencias ni todo aquello que nos separa. Esta es, entonces, la famosa Agenda 2030, algo que es mucho más que una simple maniobra económica (pues sus autores son los seres más ricos del planeta a quienes el dinero les sobra y ya no les interesa) y que apunta a un fin supremo, trascendental, que consolida aquello que los grandes profetas y avatares (Zaratustra, Buda, Moisés, Jesús, Mahoma, etc.) no pudieron hacer: convertirnos en hermanos, llevando una vida en común armónica y sin disputas de ningún tipo. Para ello el capitalismo será el proveedor de todo, pues para eso ha desarrollado la ciencia y la tecnología que son las que, hoy por hoy, cuentan con todo lo necesario para realizar este “Mundo feliz” (Huxley). Los avances cuánticos, las neurociencias, la inteligencia artificial, todo ello es producto de este plan cuyas etapas se vienen desarrollando tal como se han proyectado (y la guerra de Ucrania es una de ellas, por ser necesario “derribar opositores”, que son los sectores más conservadores que se resisten a los cambios) el cual, por contar con todos los recursos y financiamiento, no tiene posibilidades de que se vea frustrado. Por supuesto que habrá oposición a ello, siendo su mayor expresión las personas “conservadoras” que se resisten a adaptarse a una nueva realidad a la que llaman “comunista” solo porque establece reglas donde había libertinaje (ya que para muchos la libertad es solo una manera de disfrazar un libertinaje que lleva al caos). Pero la lucha que estos realizan es inútil, principalmente porque tratan de “retener el pasado”, algo que resulta imposible pues no se puede impedir el futuro. Asimilar esto es imprescindible para comprender qué es lo que está pasando y cuál será el mundo en el que vivirán nuestros hijos o nietos, no nosotros. Este “mundo feliz” que se impondrá tendrá, obviamente, sus luces y sombras, pero, así como el ser humano pasó del nomadismo al sedentarismo y no dio marcha atrás, igualmente ingresará a la etapa del “gobierno universal” (“Star Treck”, la Confederación de Naciones) que será dirigido por una Inteligencia Suprema (un dios cibernético) que empleará la lógica, el buen sentido y el equilibrio para “construir” una humanidad más sabia, menos agresiva y, por ende, mucho más satisfecha de sí misma.

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2023-06-07 02:41:19

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