LIBRE OPINIÓN
Por: 500palabras.pe
Una crisis política que genera división en el Perú
<< La crisis política producto de una vacancia forzada por el congreso ...>>
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Históricamente, cuando las regiones de un Estado empiezan a crecer económica y políticamente, tienden a rebelarse contra el Estado central. Las élites locales emergentes propician la búsqueda de su autonomía dando paso a posturas ideológicas regionalistas e identitarias. Esa es la contradicción propia del crecimiento económico centralizado sin desarrollo ni estabilidad política: crea las condiciones para la aparición de nuevas élites regionales con personalidades fuertes y ambiciosas por tomar el poder o, en casos extremos, hacerse autónomas. Este fenómeno ha sucedido en Egipto, Mesopotamia y en el Perú antiguo. En la actualidad también existen esas tendencias regionalistas en distintas partes del mundo: en Bolivia, Santa Cruz tiende a ser la región rebelde; en España, Cataluña busca lo mismo. En ese sentido, en el Sur del Perú hay algunas proclamas de ese estilo que ya están madurando y se han hecho públicas a raíz de la salida de Castillo del poder. Sienten que Castillo es el primer hombre de pueblo que ha llegado a representarlos en la Presidencia de la República y que, sin embargo, la clase política tradicional, "capitalina y criolla", ha forzado su salida por ser como es y no alinearse a sus intereses. En ese sentido, la salida de Castillo lo han tomado como un rechazo a sus raíces, una ruptura del sistema democrático y, por lo tanto, una salida sería la secesión. Este discurso secesionista ha sido provocada por la clase política tradicional, no se dan cuenta que los tiempos están cambiando paulatinamente, los que detentan el poder político y económico en la capital ya no son los únicos que tiene la capacidad de financiar organizaciones políticas para que lleguen a palacio de gobierno. Los medios de comunicación hegemónicos ya no son los únicos canales de difusión que crean y manipulan opinión del público y el debate: ya no solo son Dionicio Romero o las granes empresas de la CONFIEP las que pueden representarse con un candidato presidencial con posibilidades para que les abra las puestas de palacio o el Ministerio de Economía y el BCR. Al día de hoy, desde las distintas regiones hay gente pudiente que no pertenecen a la CONFIEP, que buscan representación en el gobierno nacional para defender sus intereses. En general, las ambiciones políticas y económicas, tanto capitalinas como provincianas, no tienen límites. En el caso de la élites de provincia, si no les dan el espacio que les corresponde por ser peruanos de nacimientos, y por lo tanto el derecho a tener una representación política nacional e influyente como la CONFIEP, simplemente buscarán otras opciones como una Nueva Constitución Política o el divisionismo, tal como aquella dura y penosa propuesta de llamada "MacroSUR". Dejan un mal precedente producto de la vehemencia de la clase política tradicional que no aceptan que los tiempos han cambiado y que tiene que abrir los espacios de participación política.